Nadie dijo que criar un hijo iba a ser
tarea fácil. Puede incluso, no sólo no ser fácil, sino ser extremadamente
difícil y agotador. Una de las principales razones para esto es la falta de imponer límites a tus pequeños.
La propia palabra "limites" puede llegar a entenderse como algo
negativo, como una forma de dominación sobre los niños. La realidad es que con
ellos estamos guiando a nuestros hijos por el buen camino y facilitando su desarrollo y
crecimiento personal, no es sino enseñarles.
Ahora bien, ¿qué pasa si no aplicamos
límites?
Lo más obvio es crear una falta de respeto
a tu autoridad y figura como padre, lo que a la par lleva consigo el que los
niños sean manipuladores, impertinentes, poco colaborativos, agresivos, no
sepan controlarse, no puedan tolerar la frustración, entre otras.
¿Cómo aplicar los límites?
Nadie nace sabiendo educar o criar a un
hijo, y el mero hecho de ser padre no te convierte en automático en un educador de excelencia; es por eso que a continuación presentamos algunas reomendaciones sencillas
para lograr imponer límites a los niños.
1. Se objetivo.
Marca las normas de manera más concreta.
En vez de decir "pórtate bien" dile exactamente qué quieres
que haga con frases cortas y órdenes precisas como:"Habla bajito en la
biblioteca" o "Toma mi mano para
cruzar la calle".
2. Da opciones.
Dales la libertad de decidir cómo obedecer
tus órdenes. Por ejemplo, a la hora de vestirse diles "¿Quieres elegir tu ropa o
lo hago yo". De esta manera haces que el
niño sienta que tiene el control pero termina haciendo lo que queremos.
3. Se firme
No significa gritar cuando no obedece,
pero habla con voz firme y un rostro serio. Por otro lado, ser firme significa
también que las reglas importantes no están a discusión, si la hora de dormir
es a las 20 horas procura que todos los días sea igual.
4. Acentúa lo positivo.
Al decir “NO” el
niño sabe que no debe hacer lo que está haciendo, pero no entiende cuál es la
manera correcta de comportarse. Por ejemplo, en vez de decirle “No grites en la
biblioteca”, dile “Habla bajito en la
biblioteca”, o en vez de “no corras”
di “Camina despacio”; de esta manera será más fácil para él entender qué es lo
que deseas y por tanto, aprende a comportarse en cada situación.
5. Explica el por qué.
Cuando un niño entiende las razones de
seguir una orden se siente más seguro y es más fácil que obedezca. No des
explicaciones largas y complicadas, sino cortas y sencillas como: "No
muerdas a los demás, les harás daño". Y por si lo estabas pensando, no,
"¡porque soy tu madre!" NO es una buena razón.
6. Desaprueba la conducta, no a tu hijo.
No se trata de mostrar rechazo hacia
ellos; antes de decir "Eres malo", di "Eso que estás
haciendo está mal".
7. Controla tus emociones.
Cuando estamos muy enojados somos más
propensos a ser verbal y físicamente abusivos con los niños. Cuenta hasta diez,
cálmate, y entonces sí enfrenta la situación.
Recuerda, no cedas a las rabietas y
caprichos de tu hijo/a porque al final
será él quien mande y decida en la casa, y no ustedes como padres. Se paciente,
y verás que con cariño, normas claras y un ejemplo amoroso lograrás criar a un
hijo educado, seguro de sí mismo y auto suficiente.
MªÁngeles González López. Prof. Pedagogía Terapéutica.
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